Hace un mes

Hoy hace un mes. Y las esquinas continúan marcando obstinadamente ese ángulo de noventa grados. Y los parques ríen indiferentes. Y el rocío impregna las hojas de menta y las mañanas continúan oliendo a verde. Y los cargueros salen del puerto con su fondo de herrumbre. Y los cafés de la plaza de la Catedral se ocupan bulliciosamente de turistas sin alma. Y aún suena el tic tac del tiempo cada madrugada. Y cada vez que lanzas una bola al cielo, vuelve a caer aburrida como un Sísifo. Y el eco de las palabras se confunde, una mañana más, en el Babel urbano.



Hoy hace un mes. ¿Por qué las nubes disimulan cruelmente su ausencia?. ¿Por qué las horas hacen ver que todo sigue igual?. ¿Por qué sale el Sol cada madrugada, con su insolente desdén?.

Hoy hace un mes. Y su ausencia cubre todos los recodos de mi existencia. Y es que no hay una sola esquina de la ciudad que no lleve marcado su recuerdo, como un tattoo.

Comentaris

El Perdíu ha dit…
Las cosas

El bastón, las monedas, el llavero,
La dócil cerradura, las tardías
Notas que no leerán los pocos días
Que me quedan, los naipes y el tablero,
Un libro y en sus páginas la ajada
Violeta, monumento de una tarde
Sin duda inolvidable y ya olvidada,
E1 rojo espejo occidental en que arde
Una ilusoria aurora. Cuántas cosas,
Limas, umbrales, atlas, copas, clavos,
Nos sirven como tácitos esclavos,
Ciegas y extrañamente sigilosas
Durarán más allá de nuestro olvido;
No sabrán nunca que nos hemos ido.

«Elogio de la sombra», Obras Completas,
Buenos Aires, Emecé, 1989, vol. II, pág. 370.
Diego Cruz ha dit…
Estos post también, o sobre todo, se necesitan en este siglo XXI que principia, para retornar al temblor de las palabras. Un fuerte abrazo.
Anònim ha dit…
A veces, Padre, no te comprendo y camino a oscuras por un incierto
camino de dolor y vacíos secretos.

A veces, Padre, te olvido y entonces adivino que en este silencio
se restringe mi vida y mi sufrimiento.

A veces, Padre, no te quiero y balanceo mi pobre alma en cansados
odios que se reproducen muriendo.

A veces, Padre, te espero paciente, nocturno, para oír ese dulce cuento
que nunca se hizo niño-recuerdo.

A veces, Padre, no te perdono que tus razones ganen a mis argumentos
y rompan el azar de mi éxito incierto.

A veces, Padre, te recuerdo y me pregunto por qué se extiende tu sombra
y me posee, me perturba y me deja inquieto.

A veces, Padre, sólo a veces, ansío hallarte al final de este largo tiempo
que gobierna mis canciones de poeta en perpetuo destierro.

Entonces mi voz se alzará rotunda para buscar las palabras que demando
para decirte que, a veces, Padre, no te he escuchado y lo siento.
(J.Duarte)
ZAGASO ha dit…
Costa.


Després el temps fa la seva feina i ens ho fa més suportable.

Però costa tant...
Donaire ha dit…
Gracias a los tres. Un saludo
Fernando Polo ha dit…
Buena foto. Es suya? Buen post, también. Envidia sana por ambos...

Entrades populars