El remake artesanal
Los tiempos de crisis desaceleración son también tiempos de cambio. ¿Han oído alguna vez aquello de "debo dar un nuevo rumbo a mi vida"?. Pues eso. Estos períodos kit kat son una oportunidad para cuestionarnos algunos de los principios que han movido la economía y que (quizás) han tocado fondo. Me gustaría revindicar el remake artesanal, la apuesta por un sistema de producción alternativo.
El valor de las formas gremiales
Desde hace años, el adjetivo gremial es claramente despectivo. Según esta idea, un gremio es un colectivo arcaico, que se basa en los privilegios para su supervivencia. Sin embargo, hemos descubierto con el paso del tiempo que los sistemas centrados en la proximidad, en las relaciones de información, en las economías de escala y, sobre todo, en los sistemas complejos de aprendizaje dan mucho valor a los entornos inspirados en una organización gremial. Frente a una economía en red, sin territorio ni geografía, los modelos de concentración espacial de talento y conocimiento son una buen sistema de fijación de las estructuras productivas.
La crisis del outsorcing
Durante dos décadas, las escuelas de negocios han defendido el valor de la externalización (aka outsorcing) . Ya saben: especializarse en procesos productivos muy pequeños, con estructuras básicas y muy flexibles. Es como la versión empresarial del cuento de los dedos y el huevo: éste se fue al bosque, éste se encontró un huevo, éste lo frió... En la práctica, se han multiplicado las empresas que son más logísticas que productivas.
El remake artesanal es el retorno al valor de la pieza, al control de todas y cada una de las fases del sistema productivo. Es la reivindicación del autor, la importancia de que al final de todo el proceso productivo haya alguien que responde por el resultado. Porque el principal problema del outsorcing es ése: la disolución del concepto de autoría (y también de responsable). Por eso, cuando algo no va bien, identificar al culpable es tan difícil como una partida de Cluedo: Fuenteovejuna a la inversa.
Expertos en algo
El incremento de la vacuidad productiva ha desdibujado la importancia de la expertise. La gestión de los recursos humanos han de resituar el valor de la habilidad y de la capacidad. Saber hacer algo muy bien es un activo extraordinariamente valioso. De tanto valorar la predisposición, la aptitud y la capacidad de adaptación, hemos premiado a los trabajadores que no saben hacer casi nada, aunque están en condiciones de saber hacer muchas cosas. Demostrar una habilidad tiene que ser (al menos) tan importante como demostrar la capacidad de aprenderla.
Productos con origen
Los abanderados de la internacionalización parecen también los defensores de la no identidad. Durante décadas, nos han jurado que los productos que funcionan mehjor son aquéllos que no son de ningún lugar, porque así son de todos los lugares. El "Made in the world" ha sido el lema por excelencia de los nuevos productos, que no son de ningún lugar, de manera que son literalmente utopías modernas.
En realidad, los lugares crean procesos y los procesos crean lugares. negar la relación entre geografía y producción (en el contexto de una economía mundo) ha creado absurdos como las marcas blancas, la mcdonalización o la suplantación de la identidad. Las empresas vitivinícolas que quieren ser competitivas basan su estrategia en la asociación entre lugar y producto: por eso, La Rioja es la tierra con nombre de vino. El concepto de D.O. debe aplicarse también al resto de sistemas productivos. En estos lugares, la supervivencia del modelo no depende del éxito o fracaso de una de sus marcas, sino de la capacidad media de las mismas, lo que les obliga a cooperar.
Planes para qué os quiero
Hemos pasado una década de oro de las consultorías. Planes de márqueting, planes financieros, planes de calidad, planes de recursos humanos, ISOs, planes de seguridad, sistemas expertos... Hay un trabajo pendiente, que es evaluar los resultados efectivos de la inversión en toneladas de sesiones activas, power points y catálogos de respuestas. La hiperplanificación llevada a su extremo paraliza la innovación, crea tics rígidos de respuestas y, lo más importante, limita el valor del olfato. Todo lo que no sale en el plan, no tiene lugar.
Un artesano no precisa de grandes estudios de mercado. Después de trabajar una y otra vez en una pieza, conoce sus errores y sus aciertos. Intuye fácilmente por qué no le acaba de gustar el resultado. Y está mucho más preparado para proponer una solución.
Mientras escribo estas líneas, la BlackBerry ha decidido que ya no se activa más. He perdido la cuenta del número de móviles que han ido feneciendo en mis manos. Ya no sé si quiero twitter integrado, google maps y acceso al correo electrónico. Quizás me conformaría con que funcionase. ¿Hay algún artesano en la sala?
El valor de las formas gremiales
Desde hace años, el adjetivo gremial es claramente despectivo. Según esta idea, un gremio es un colectivo arcaico, que se basa en los privilegios para su supervivencia. Sin embargo, hemos descubierto con el paso del tiempo que los sistemas centrados en la proximidad, en las relaciones de información, en las economías de escala y, sobre todo, en los sistemas complejos de aprendizaje dan mucho valor a los entornos inspirados en una organización gremial. Frente a una economía en red, sin territorio ni geografía, los modelos de concentración espacial de talento y conocimiento son una buen sistema de fijación de las estructuras productivas.
La crisis del outsorcing
Durante dos décadas, las escuelas de negocios han defendido el valor de la externalización (aka outsorcing) . Ya saben: especializarse en procesos productivos muy pequeños, con estructuras básicas y muy flexibles. Es como la versión empresarial del cuento de los dedos y el huevo: éste se fue al bosque, éste se encontró un huevo, éste lo frió... En la práctica, se han multiplicado las empresas que son más logísticas que productivas.
El remake artesanal es el retorno al valor de la pieza, al control de todas y cada una de las fases del sistema productivo. Es la reivindicación del autor, la importancia de que al final de todo el proceso productivo haya alguien que responde por el resultado. Porque el principal problema del outsorcing es ése: la disolución del concepto de autoría (y también de responsable). Por eso, cuando algo no va bien, identificar al culpable es tan difícil como una partida de Cluedo: Fuenteovejuna a la inversa.
Expertos en algo
El incremento de la vacuidad productiva ha desdibujado la importancia de la expertise. La gestión de los recursos humanos han de resituar el valor de la habilidad y de la capacidad. Saber hacer algo muy bien es un activo extraordinariamente valioso. De tanto valorar la predisposición, la aptitud y la capacidad de adaptación, hemos premiado a los trabajadores que no saben hacer casi nada, aunque están en condiciones de saber hacer muchas cosas. Demostrar una habilidad tiene que ser (al menos) tan importante como demostrar la capacidad de aprenderla.
Productos con origen
Los abanderados de la internacionalización parecen también los defensores de la no identidad. Durante décadas, nos han jurado que los productos que funcionan mehjor son aquéllos que no son de ningún lugar, porque así son de todos los lugares. El "Made in the world" ha sido el lema por excelencia de los nuevos productos, que no son de ningún lugar, de manera que son literalmente utopías modernas.
En realidad, los lugares crean procesos y los procesos crean lugares. negar la relación entre geografía y producción (en el contexto de una economía mundo) ha creado absurdos como las marcas blancas, la mcdonalización o la suplantación de la identidad. Las empresas vitivinícolas que quieren ser competitivas basan su estrategia en la asociación entre lugar y producto: por eso, La Rioja es la tierra con nombre de vino. El concepto de D.O. debe aplicarse también al resto de sistemas productivos. En estos lugares, la supervivencia del modelo no depende del éxito o fracaso de una de sus marcas, sino de la capacidad media de las mismas, lo que les obliga a cooperar.
Planes para qué os quiero
Hemos pasado una década de oro de las consultorías. Planes de márqueting, planes financieros, planes de calidad, planes de recursos humanos, ISOs, planes de seguridad, sistemas expertos... Hay un trabajo pendiente, que es evaluar los resultados efectivos de la inversión en toneladas de sesiones activas, power points y catálogos de respuestas. La hiperplanificación llevada a su extremo paraliza la innovación, crea tics rígidos de respuestas y, lo más importante, limita el valor del olfato. Todo lo que no sale en el plan, no tiene lugar.
Un artesano no precisa de grandes estudios de mercado. Después de trabajar una y otra vez en una pieza, conoce sus errores y sus aciertos. Intuye fácilmente por qué no le acaba de gustar el resultado. Y está mucho más preparado para proponer una solución.
Mientras escribo estas líneas, la BlackBerry ha decidido que ya no se activa más. He perdido la cuenta del número de móviles que han ido feneciendo en mis manos. Ya no sé si quiero twitter integrado, google maps y acceso al correo electrónico. Quizás me conformaría con que funcionase. ¿Hay algún artesano en la sala?
Comentaris
"Porque el principal problema del outsorcing es ése: la disolución del concepto de autoría (y también de responsable). Por eso, cuando algo no va bien, identificar al culpable es tan difícil como una partida de Cluedo: Fuenteovejuna a la inversa."
I també hi podríem afegir, qué pasa amb el compromís comú, quan a tots ens han estat ensenyant actituds diferents, inclús a vegades valors diferents segon la consultora que "t'hagi tocat".
I ara que farem, Mestre?
Com sempre un plaer poder llegir el que penses.
Salut!
Compte, ets home de verb fàcil veig, ia quell escrit és un pel llarg.
Vea, vea.
Lo lógico es no intervenir en el devenir libre del proceso, pero sugerir vueltas atrás es estéril, aunque muy socialista.
PD: Hecho de menos un post sobre el debate ideológico entre cocineros. Más espinoso que el de la financiación. Daría mucho jugo, mucho.