El turismo después de la crisis
¿Falta mucho?. El sector turístico cuenta las horas que restan para salir del agujero económico, como los niños esperan que se acabe el tedioso viaje en el coche. ¿Cuánto falta para que todo vuelva a ser como antes?. Todo indica que 2010 será el año del principio del fin. Ahora bien, nada será como antes. Tras el fin de la crisis, el turismo será otra de otra forma. ¿Cómo?. El problema es que hay dos escenarios posibles y son completamente opuestos entre sí.
Escenario 1. La era global
Aunque los flujos transcontinentales no han parado de crecer, lo cierto es que el turismo se ha abastecido hasta la fecha de los mercados de proximidad. El 94% de los turistas internacionales que han llegado a España este enero provienen de Europa. Este comportamiento se reproduce en (casi) todos los destinos.
Una de las consecuencias de la crisis es la emergencia de nuevas economías, especialmente el BRIC (Brasil, Rusia, China e India). Algunos se refieren a los BRIIC e incluyen Indonesia o a los BRIMC, con la aportación de México. Este mercado de unos 2.500 millones de personas es la cara más visible de una transformación económica mundial, con nuevo agentes, continentes emergentes, nuevos escenarios de desarrollo y, por lo tanto, nuevos turistas potenciales. La tesis de la era global sería un paso más en la compresión espacio-temporal que define Harvey, esto es, una reducción de las distancias entre países y continentes. Más flujos de mercancías, más intercambios culturales, más diversidad y competencia comercial y, por supuesto, más turistas.
No se trata sólo de un cambio cuantitativo. Está claro que en un contexto de intercambios globales, los destinos clásicos pueden conocer un incremento muy significativo de nuevos turistas que provienen de orígenes lejanos. Pero el cambio es sobre todo cualitativo. El modelo de oferta clásico está organizado para los mercados de proximidad. Los nuevos turistas incorporan nuevas necesidades (y muy diversas), nuevas curiosidades, nuevas pautas culturales y, sobre todo, una cultura turística muy elemental (similar a la de los primeros turistas europeos) que exigirá una revolución en la gestión de los destinos y las empresas turísticas. Los destinos maduros serán a la vez exóticos y caducos, según el origen de los visitantes. Y los destinos emergentes pueden ampliar su nicho de mercado con los nuevos turistas.
Escenario 2. El retorno a la proximidad
Hay una serie amplia de ensayos que vaticinan una crisis energética severa, aplazada por la crisis financiera. Es cierto que desde los tiempos del Club de Roma han aparecido regularmente vaticinios sobre el fin del petróleo y sus consecuencias, como el ensayo de Rifkin La era del hidrógeno. Pero las predicciones más recientes sobre el peak oil (la punta de producción de petróleo) lo sitúan en esta década y dibujan un escenario post-petróleo basado en la contracción de los desplazamientos y el incremento de los costes de la distancia.
La mayoría de ensayos que han dibujado un escenario económico y social en el que el petróleo se encarece por el incremento de la demanda y el descenso de la oferta plantean una drástica reducción de los flujos comerciales, y por tanto turísticos. La economía de la proximidad, la cultura de la transición o las derivadas de la nueva geografía económica de Krugman apuntan a un retorno de lo local. Si los costes de transporte se incrementan de forma exponencial, las industrias, la agricultura, la pesca o la producción artesanal locales recuperarán la vitalidad perdida en la globalización. Y, por supuesto, también el turismo deberá afrontar un paisaje de desplazamientos cortos y mercados vecinos. En este caso, los destinos deben ser muy seductores porque la competencia no tiene lugar con otros destinos sino con el no turismo, dados los elevados costes de los flujos.
¿Qué escenario será el más probable?. ¿Un turismo transcontinental, global, en el que se multiplican no sólo los destinos sino también los orígenes?. ¿O un turismo local, de proximidad, en el que los destinos clásicos basarán su competitividad en el factor distancia?
Publicado en clan-destinos
Escenario 1. La era global
Aunque los flujos transcontinentales no han parado de crecer, lo cierto es que el turismo se ha abastecido hasta la fecha de los mercados de proximidad. El 94% de los turistas internacionales que han llegado a España este enero provienen de Europa. Este comportamiento se reproduce en (casi) todos los destinos.
Una de las consecuencias de la crisis es la emergencia de nuevas economías, especialmente el BRIC (Brasil, Rusia, China e India). Algunos se refieren a los BRIIC e incluyen Indonesia o a los BRIMC, con la aportación de México. Este mercado de unos 2.500 millones de personas es la cara más visible de una transformación económica mundial, con nuevo agentes, continentes emergentes, nuevos escenarios de desarrollo y, por lo tanto, nuevos turistas potenciales. La tesis de la era global sería un paso más en la compresión espacio-temporal que define Harvey, esto es, una reducción de las distancias entre países y continentes. Más flujos de mercancías, más intercambios culturales, más diversidad y competencia comercial y, por supuesto, más turistas.
No se trata sólo de un cambio cuantitativo. Está claro que en un contexto de intercambios globales, los destinos clásicos pueden conocer un incremento muy significativo de nuevos turistas que provienen de orígenes lejanos. Pero el cambio es sobre todo cualitativo. El modelo de oferta clásico está organizado para los mercados de proximidad. Los nuevos turistas incorporan nuevas necesidades (y muy diversas), nuevas curiosidades, nuevas pautas culturales y, sobre todo, una cultura turística muy elemental (similar a la de los primeros turistas europeos) que exigirá una revolución en la gestión de los destinos y las empresas turísticas. Los destinos maduros serán a la vez exóticos y caducos, según el origen de los visitantes. Y los destinos emergentes pueden ampliar su nicho de mercado con los nuevos turistas.
Escenario 2. El retorno a la proximidad
Hay una serie amplia de ensayos que vaticinan una crisis energética severa, aplazada por la crisis financiera. Es cierto que desde los tiempos del Club de Roma han aparecido regularmente vaticinios sobre el fin del petróleo y sus consecuencias, como el ensayo de Rifkin La era del hidrógeno. Pero las predicciones más recientes sobre el peak oil (la punta de producción de petróleo) lo sitúan en esta década y dibujan un escenario post-petróleo basado en la contracción de los desplazamientos y el incremento de los costes de la distancia.
La mayoría de ensayos que han dibujado un escenario económico y social en el que el petróleo se encarece por el incremento de la demanda y el descenso de la oferta plantean una drástica reducción de los flujos comerciales, y por tanto turísticos. La economía de la proximidad, la cultura de la transición o las derivadas de la nueva geografía económica de Krugman apuntan a un retorno de lo local. Si los costes de transporte se incrementan de forma exponencial, las industrias, la agricultura, la pesca o la producción artesanal locales recuperarán la vitalidad perdida en la globalización. Y, por supuesto, también el turismo deberá afrontar un paisaje de desplazamientos cortos y mercados vecinos. En este caso, los destinos deben ser muy seductores porque la competencia no tiene lugar con otros destinos sino con el no turismo, dados los elevados costes de los flujos.
¿Qué escenario será el más probable?. ¿Un turismo transcontinental, global, en el que se multiplican no sólo los destinos sino también los orígenes?. ¿O un turismo local, de proximidad, en el que los destinos clásicos basarán su competitividad en el factor distancia?
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