Zona cero
A las puertas del decimo aniversario del 11S, rescato de la memoria este post escrito desde la Zona Cero.
Saludos desde la Costa Este de los Estados Unidos. Paso unos dias en Nueva York y Washington. Esa es la razon por la que este post no tiene acentos. Tampoco usare nuestra castiza letra. No se asusten. No les voy a explicar el viaje, porque hace tiempo que descubri que una de las tardes mas largas que existen es aquella en la que un conocido nos muestra sus estupendas fotografias, nos explica sus curiosas anecdotas y nos agrede con su simpatico video de dos horas y media.
Saludos desde la Costa Este de los Estados Unidos. Paso unos dias en Nueva York y Washington. Esa es la razon por la que este post no tiene acentos. Tampoco usare nuestra castiza letra. No se asusten. No les voy a explicar el viaje, porque hace tiempo que descubri que una de las tardes mas largas que existen es aquella en la que un conocido nos muestra sus estupendas fotografias, nos explica sus curiosas anecdotas y nos agrede con su simpatico video de dos horas y media.
Supongo que no es el mejor libro para viajar a los Estados Unidos. Durante el viaje, me he leido La Macdonalizacion de la sociedad, un ensayo de Ritzer sobre los efectos de la aplicacion de la logica de la organizacion de McDonald's al conjunto de la sociedad. Es como si hubiese leido una guia de viajes. Nueva York no es ya la Big Apple (Gran Manzana), sino la Big Mac. La aplicacion de los criterios de racionalidad, eficiencia, superficialidad y anticipacion hacen de la ciudad un gigantesco teatro de rutinas previsibles.
La quinta esencia de las contradicciones de este modelo se dan en la Zona Cero. Unas gruas inmensas, como en una pelicula de Fritz Lang, van restituyendo la enorme cicatriz. Es posible acceder a un mirador (previo pago), desde donde unos supervivientes con el rostro deformado por el fuego nos explican su experiencia. Es dificil explicar la atmosfera que se crea en este punto. El guia ha repetido miles de veces el mismo relato y sabe muy bien que resortes debe tocar para conseguir un efecto morboso. Cuando se desciende de nuevo, es posible ver una capilla siempre rodeada de velas y flores.
Pero mejor sera que me sigan al Memorial, un museo creado justo delante del gran socavon. Previo pago de diez dolares (casi una visita al MoMA o al Metropolitan), accedemos a una sala donde centenares de trabajadores explican que lo mejor que les ha pasado en la vida es trabajar en el World Trade Center. Mas que un lugar de trabajo parece una version moderna de Utopia. Son voces enlatadas, que nos explican el antes de, en una imagen que se refleja morbidamente sobre las dos Torres. Ahora nos paseamos por un estrecho pasillo, en los que se han colocado en vitrinas algunos restos del naufragio. Como los objetos sagrados de un museo, podemos contemplar un trozo de avion, zapatos, carnets o una ironica salida de emergencia. La gente empieza a llorar. Hemos entrado en la zona de despues de.
Detras de las columnas, el ejercicio de pornografia sentimental no duda en mostrar las reproducciones de las demandas de ayuda (una fotografia, una descripcion y un telefono) que repartieron los familiares de las victimas poco despues del suceso. Tambien han seleccionado aquellas narraciones que tienen mayor carga emotiva. Frank es un chico que miente a su madre para que no se preocupe, aunque sabe que esta a punto de morir. Me he dado cuenta ahora que durante toda la visita nos persigue una banda sonora triste. Me siento dentro de una pelicula de Mel Gibson. Al final, la ultima sala esta integrada por los retratos de las victimas y sus nombres. Los visitantes disponen de unos asientos para reseguir esas vidas perdidas. Por supuesto, la organizacion ha dejado unos cartones de Kleenex en cada asiento. No he visto a nadie que los use de momento, pero parecen casi vacios.
Antes de salir, la esperanza. Son las fotografias y los mensajes que llegan de todo el mundo y que muestran la solidaridad internacional. Puedes escribir un mensaje de duelo. Si es seleccionado, podra ser leido por los visitantes futuros. Casi todos dejan su nota. Salgo estupefacto. Mientras intento procesar la informacion, los turistas se fotografian junto a una reproduccion en cobre de las Torres presas de las llamas.
Nada resume mejor la MacDonalizacion de Nueva York que la Zona Cero. Por un lado, la catastrofe es hoy una mercancia. En una sociedad que lo mide todo por su valor en el mercado, hasta la desgracia tiene un precio. Diez dolares. Por otro lado, el Memorial no evita la tendencia al espectaculo de la interpretacion historica americana. The show must go. La narracion del Memorial es lineal. Tiene un solo objetivo, que es conmover. Y lo hace de forma casi infantil, como en una de esas peliculas que estudian las secuencias para crear un momento heroico. Eso reduce la capacidad de interpretacion. Todos deben sentir lo mismo. Y todos deben llorar al final de sala, donde se colocan estrategicamente los kleenex. No esperen encontrar el libro de Chomski en la tienda del Memorial. No hay ni preguntas ni respuestas. Nadie busca aqui algun indicio del porque.
Les dejo. Sinceramente, si este es el modelo liberal, si esta es la foto finish del proceso de transformacion social y economica que proponen los liberales, que paren el mundo que yo me apeo. Como dijo Marx, el Groucho.
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