Carta a un español cualquiera
Señor
Lo sé. La verdad es un espejo que se rompió en muchos trozos y cada uno de nosotros solo ve un pedazo de la realidad. Y en los temas sensibles, es fácil caer en las visiones parciales y en el acaloramiento del fuego cruzado. Entiendo que, en la distancia, algunos de los temas puedan deformarse y es muy difícil discernir qué es real y qué es mera propaganda.
Me gustaría explicarle mi versión de los hechos. No tengo más credibilidad que cualquiera de las otras interpretaciones que habrá escuchado y entiendo que dude de mi versión. No le pido que me crea. Tan solo, que me lea. Y que luego contraste lo que digo. Como decía áquel, "busque, compare...".
Cataluña es una tierra hospitalaria. Cuando se inicia una obra, aparece siempre una necrópolis, o una villa romana o un antiguo poblamiento íbero o los restos de un asentamiento militar. No es extraño: Está situada en un corredor histórico, por el que han desfilado casi todas las civilizaciones que aprendimos de pequeño y otras muchas que hemos ido olvidando con el tiempo. Antes de la oleada de inmigrantes andaluces, murcianos o extremeños, y mucho antes de la reciente llegada de trabajadores subsaharianos, norteafricanos o americanos, Cataluña ya había recibido contingentes de todos los confines. Hoy Cataluña es, de lejos, el mayor centro de atracción turístico de España. La hospitalidad forma parte de la génesis histórica de esta tierra.
Sé de lo que hablo. Como el humorista Corbacho, mi madre es castellana y mi padre era extremeño; yo llegué a esta tierra cuando ya se acababa mi niñez. Y tengo que decir que nunca, en ninguna ocasión, me he sentido alguien extraño. Como la mayoría de las personas que han llegado a Cataluña, desde el inicio me he sentido acogido. En Cataluña casi todo el mundo procede de otro lugar. Aquí el origen no es relevante, porque en un ambiente de convivencia lo que realmente se valora es el destino colectivo.
En Cataluña, casi todos dominamos el catalán y el castellano. Aquí no existe ningún problema lingüístico. Hay, como en todos los sitios, muchos problemas. Económicos, sociales, ambientales, culturales, geográficos, personales, sexuales... Pero jamás, en toda mi existencia, me he topado con una situación que se parezca a eso que algunos llaman "el conflicto lingüístico". No sé a qué conflicto se puede referir, ni qué bandos se enfrentan, ni qué efectos colaterales genera. Como los unicornios o El Dorado es un concepto que no puedo concretar en ninguna realidad, en nada de lo que me rodea.
Conozco bien los centros de educación catalanes. Mis padres fueron profesores, lo son varios de mis hermanos y yo mismo. Tengo un hijo que va a una escuela pública, donde por cierto casi la mitad de la clase son inmigrantes. A pesar de las dificultades, el nivel docente es muy elevado y solo puedo decir buenas cosas de la escuela. No dudo que habrá mejores y peores centros. Que existirán mejores o peores profesores en otros lugares. Pero no tengo constancia de ningún caso donde el problema del centro sea la lengua. Mi hijo, con once años, domina sin ninguna dificultad las dos lenguas y empieza a entender algo de inglés. Sabe escribir almohada, vacío, vulgar o hiena sin cometer ninguna falta.
Pactamos las reglas del juego hace mucho tiempo, de forma casi intuitiva. Consideramos que una persona puede pedir a la administración en qué lengua quiere que se dirija a él. Tengo que decir que no es infrecuente que el prestador público no domine el catalán: El caso inverso no lo conozco aún. Con las escuelas, eso no es tan fácil. No podemos adaptar la lengua del profesor a la lengua de cada estudiante. Por eso, consideramos que debíamos optar por una de ellas, que es el catalán. El catalán es la lengua más comúnmente hablada en Cataluña y es la lengua habitual de relación entre los estudiantes. Este modelo ha permitido que las nuevas generaciones dominen el catalán y el castellano sin ningún problema, y ha evitado que el desconocimiento de la lengua sea una barrera de entrada para los inmigrantes.
Me podría decir usted que puestos a escoger, se podría haber optado por el castellano. El resultado sería, con toda probabilidad, que en ese caso la habilidad lingüística en catalán de una parte de los estudiantes se resentiría notablemente. Cualquier persona que hable catalán habitualmente, también los niños por supuesto, recibe diariamente mucha información en castellano. En Cataluña son habituales los periódicos, las revistas, las películas, los programas de televisión, la radio o las conversaciones callejeras en esta lengua. No es como el Liceo Francés, que utiliza la lengua vehicular como única forma de aprendizaje de un idioma. En Cataluña, el castellano forma parte del paisaje cotidiano y un niño no necesita que la asignatura de naturales se dé en esta lengua para aprender a la vez naturales y castellano. Eso sí, los niños asisten a las clases de castellano en el aula. Y en las diversas pruebas objetivas (como la selectividad) obtienen unos resultados similares a los murcianos o los canarios. El resultado de esta opción es el siguiente: Todos los niños dominan las dos lenguas.
Disculpe usted por la extensión. Quería expresarle que desde hace mucho tiempo, en Cataluña hemos pactado entre todos un modelo que funciona, que nos gusta y que no genera ningún conflicto. Quería decirle que desde mi experiencia cotidiana, no hay nada que se parezca a un problema lingüístico. Y que cambiar ahora el modelo es tan innecesario como peligroso. Es fácil que una nueva organización del sistema educativo genera muchos más problemas de los que realmente cree resolver.
Comentaris
Bravo!! Bravo!! Bravo!!
Bravo!! Bravo!! Bravo!!
Merci J.A. Donaire. Per cert, un currículum brillant
Anònim "bla, bla bla"
Es una pregunta interesante. Antes de responder, yo tengo dos preguntas:
a. ¿Tenemos que hacer caso a las demandas de los padres sobre la educación de sus hijos?. ¿Siempre?. ¿Y si nos piden que enseñemos creacionismo?. ¿Y si nos exige que no enseñemos matemáticas porque son la ley del diablo?. ¿Es un padre propietario exclusivo de la educación y del futuro de su hijo?.
b. ¿Qué ventaja podemos encontrar a negar a un niño una educación en catalán?. Es decir, ¿qué empuja a un padre a negar a su hijo la formación en una lengua que le va abrir puertas y ventanas?. ¿Para qué?. ¿Por qué?.
En todo caso, y planteadas mis dudas de las que me gustaría saber su respuesta, le intentaré responder:
Crear un sistema de educación desdoblado es un dislate económico. Imaginemos que en Moià hay dos familias (o doce, o veinte) que piden una línea en castellano. ¿Tenemos entonces que crear tantas líneas como demandas existan?. ¿Y a esas líneas asistirán a veces dos o tres niños?. ¿Quién paga el sobrecoste de ese capricho ridículo?.
Como he explicado, una cosa es exigir a mi médico que se dirija a mi en castellano, lo que no supone ningún coste ni problema logístico, y otra cosa es pedir al sistema educativo entero que se organice para prevenir la posible demanda de un individuo.
Anònim Encara estem així
Com el darrer comentari, jo penso que no perdem res explicant la versió dels fets amb respecte i el major rigor possible. Crec que la política és pedagogia i que les paraules mai seran vençudes.
O adoptamos el modelo equivocado de las ikastolas, o admitimos que hay que escoger entre una lengua vehicular u otra.
Como le he intentado explicar, el aprendizaje universal en catalán garantiza su conocimiento por parte de todos los individuos de la sociedad. Y ello sin detrimento del conocimiento también universal del castellano. Yo solo veo ventajas a esa apuesta.
La opción inversa daría como resultado que todo el mundo conocería el castellano, pero que una parte de la población no tendría habilidades lingüísticas en catalán. Yo solo veo problemas a esa apuesta.
Mireu l.Entrevista al Dr. Moreno Cabrera. Linguista madrileny en favor de totes les llengues i del català.
Molta raó!!
youtube.com/watch?NR=1&v=G…
Us deixo un altre link d.una classe magistral a la universitat:
youtu.be/zxbzuYPAUa8
Discus del lingüista espanyol Dr.Moreno Cabrera.
Diu que una llengua cooficial exclou la oficialitat de l.altra llengua.
Mireu!!
de ver que en su tierna infancia
todos los niños en Francia
supiesen hablar francés.
«Arte diabólica es»,
dijo, torciendo el mostacho,
«que para hablar en gabacho
un fidalgo en Portugal
llega a viejo, y lo habla mal;
y aquí lo parla un muchacho».