El plan B
Si usted es catalán y está leyendo esto, hay un 50% de probabilidades que sea de los unos y otro tanto que sea de los otros. El país se ha partido en dos mitades y no son medias naranjas, sino dos hemisferios, con sus antípodas y sus estaciones invertidas. Por eso, en los resultados del 21D perdieron todos y no ganó ninguno. Porque esto es una ecuación de suma cero.
Llegados a este punto, se abren dos escenarios. El primero es más de lo mismo. Si usted es de los del hemisferio norte, anhela una república que está a punto de llegar o ya ha llegado, y confía que los del sur se sumen a la fiesta cuando comprueben las prebendas de la Arcadia. Si usted es de los del hemisferio sur, espera que todo vuelva a ser como antes y que los del norte abandonen su travesía y rompan para siempre sus mapas. Ninguna de las dos cosas va a pasar. Y, de alguna manera, los dos lo saben pero no pueden admitirlo. Este pulso entre gemelos no lo va a ganar nadie y lo van a perder todos.
Los efectos secundarios de la batalla son mucho más que económicos o políticos. Son sociales. Tenemos el país seccionado en dos, partido por la mitad. Y no hay forma de construir nada con la mitad de nosotros. Somos un país demasiado pequeño, en la periferia de un continente que se difumina, como para prescindir de media sociedad. Lo que quiero decirles es que más de lo mismo es una grieta, un foso, un precipicio. Llegó el momento de construir un nuevo itinerario. Y aunque hay varios planes B posibles, yo les propongo el mío. Una alternativa basada en cuatro pasos.
Paso 1. Asumir los errores propios
Hemos llegado a este punto por la imprudente acumulación de errores a un lado y al otro. Ya sé. Si usted es del hemisferio norte me va a enumerar todas las tropelías del sur. Y a la inversa, si usted habita en el sur, leerá todo lo ocurrido como un atropello del norte. Lo relevante es que ambos tienen razón. Y la única forma de superar este círculo vicioso es desplazar el foco y orientarlo hacia los errores propios. Necesitamos grandes dosis de autocrítica. Admitir lo que hemos hecho mal (arriba y abajo) es un principio ineludible, una condición sine qua non, el único punto de partida posible.
Si no les incomoda el término, lo que deben hacer en el norte y en el sur es pedir perdón. Disculparse. E inversamente, lo que deben hacer en el sur y en el norte es perdonar. No digo olvidar ni justificar. Pero hemos vivido escenas que solo pueden ser superadas con un principio básico de la convivencia, que es aceptar el error. Ha habido muchas cosas que nunca debieron pasar y la única forma de afrontar el estrés post-traumático es con una disculpa sincera. Hay que abrir una nueva etapa no amnésica ni condescendiente, pero de alguna manera basada en la concordia, en pasar página.
Paso 2. Asumir la dimensión política del conflicto
Esto es un problema político, que precisa de una solución política. No podemos usar el comodín de la justicia para que resuelva una tensión que es a todas luces una tensión política. Tenemos que dar una salida no judicial a un conflicto que no tiene que ver con las leyes ni con los tratados. No puede haber una nueva etapa con personas en la cárcel y con los procesos judiciales abiertos. Hay que encontrar el mecanismo que evite que una de las partes se siente a la mesa con la sombra de los barrotes sobre su espalda.
No soy jurista e ignoro las salidas de emergencia de este proceso. Pero me niego a aceptar que el mecanismo judicial es irreversible y que solo podemos esperar que las cárceles se llenen de políticos, de una parte de los actores de esta historia. Si no liberamos a los presos, volvemos a la casilla de salida y estaremos veinte años más votándonos los unos a los otros sin ningún resultado posible. Y con unas heridas que, entonces sí, no podrán cicatrizar.
Paso 3. Aceptar la gran renuncia
Los dos hemisferios tienen que asumir una gran renuncia, muy dolorosa en cada caso. En estos momentos, probablemente inaceptable. El hemisferio sur tiene que admitir que la indepencia es posible. Quiero decir que tiene que trazar un plan que concluya que la opción independencia es una opción. Aquélla contra la que se opondrán con todas sus fuerzas, claro, que harán lo posible (lo democráticamente posible) para impedirla. Pero debe existir un horizonte medio en el que exista un compromiso de respuesta política.
El hemisferio norte tiene que ofrecer tiempo. Debe renunciar a la república durante un período que permita dos cosas. La primera es coser las heridas y reconstruir los puentes que nos separan. La segunda es evaluar el plan B del Estado que. ahora o nunca, debe ofrecer una respuesta atractiva que disuada a una parte significativa de los catalanes de la desconexión. Parece razonable que unos y otros se den una nueva oportunidad y propongan una forma alternativa de relación, que la valoren (que la voten) y esperar que el plan funcione. Pero si el nuevo camino conduce a ninguna parte, entonces debe existir el compromiso de activar la vía independentista. En esta propuesta, todos pierden mucho y nadie gana demasiado. Es un sapo enorme, viscoso y sin depilar. Pero debemos dejar de decirnos que hay una salida facil e indolora para este laberinto.
Paso 4. Crear una alternativa transversal
Mientras en Madrid se activa una respuesta a la crisis, aquí debemos abandonar el frentismo. Y la única forma que se me ocurre es crear una coalición contra natura entre el norte y el sur, entre partidos de arriba y abajo, y trabajar durante un tiempo con intereses comunes. Tenemos que desactivar el mecanismo del "y tú más", creando una alianza amplia entre partes que en estos momentos se consideran antagónicas. Debemos reactivar las legislaturas que trabajan por los intereses colectivos y esforzarnos por abandonar la guerra de guerrillas.
No es solo una respuesta política. Debe ser sobre todo una respuesta cívica. Hay que crear nuevas fórmulas de integración en las que los unos y los otros se sientan habitantes del mismo país. Hay que volver a construir puentes sobre el río Kwai. Y reintegrar al primo aquél en el grupo de whats app de la familia. Y volver a cenar con aquel amigo a quien hemos olvidado porque es del sur o del norte, que tanto monta o monta tanto. No veo otro destino que éste: Convertir las dos mitades en dos medias naranjas. Y volver a trabajar juntos por lo que nos une, que es casi todo.
Este es mi plan B. Sé que no le gusta un pimiento y sé además que lo considera inviable. Pero por un momento admitamos que la alternativa del frentismo nos lleva a un agujero negro. Y que ha llegado el instante de construir una alternativa. Y no exageren. En peores plazas de la historia hemos toreado.
Comentaris
Va petar un vidre.
I més sabent que amb la república passaria com amb la variant de Girona -ningú n´estava gaire convençut però ara tothom hi passa-.
Als extraradis de les grans ciutats hi viu molta gent enlluernada per la gaditana guapa. Les arrels dominen....
Però veurem les properes generacions d´aquests votants que fan. Aquí hi ha el gran paper dels educadors: estimular la reflexió (res a veure amb aquesta cosa que en diuen alliçonar; som tantíssims inmersos per força en el nacionalcatolicisme que ens hi hem girat d´esquenes....).