Zona Cero
Saludos desde la Costa Este de los Estados Unidos. Paso unos dias en Nueva York y Washington. Esa es la razon por la que este post no tiene acentos. Tampoco usare nuestra castiza letra. No se asusten. No les voy a explicar el viaje, porque hace tiempo que descubri que una de las tardes mas largas que existen es aquella en la que un conocido nos muestra sus estupendas fotografias, nos explica sus curiosas anecdotas y nos agrede con su simpatico video de dos horas y media.
Supongo que no es el mejor libro para viajar a los Estados Unidos. Durante el viaje, me he leido La Macdonalizacion de la sociedad, un ensayo de Ritzer sobre los efectos de la aplicacion de la logica de la organizacion de McDonald's al conjunto de la sociedad. Es como si hubiese leido una guia de viajes. Nueva York no es ya la Big Apple (Gran Manzana), sino la Big Mac. La aplicacion de los criterios de racionalidad, eficiencia, superficialidad y anticipacion hacen de la ciudad un gigantesco teatro de rutinas previsibles.
La quinta esencia de las contradicciones de este modelo se dan en la Zona Cero. Unas gruas inmensas, como en una pelicula de Fritz Lang, van restituyendo la enorme cicatriz. Es posible acceder a un mirador (previo pago), desde donde unos supervivientes con el rostro deformado por el fuego nos explican su experiencia. Es dificil explicar la atmosfera que se crea en este punto. El guia ha repetido miles de veces el mismo relato y sabe muy bien que resortes debe tocar para conseguir un efecto morboso. Cuando se desciende de nuevo, es posible ver una capilla siempre rodeada de velas y flores.
Pero mejor sera que me sigan al Memorial, un museo creado justo delante del gran socavon. Previo pago de diez dolares (casi una visita al MoMA o al Metropolitan), accedemos a una sala donde centenares de trabajadores explican que lo mejor que les ha pasado en la vida es trabajar en el World Trade Center. Mas que un lugar de trabajo parece una version moderna de Utopia. Son voces enlatadas, que nos explican el antes de, en una imagen que se refleja morbidamente sobre las dos Torres. Ahora nos paseamos por un estrecho pasillo, en los que se han colocado en vitrinas algunos restos del naufragio. Como los objetos sagrados de un museo, podemos contemplar un trozo de avion, zapatos, carnets o una ironica salida de emergencia. La gente empieza a llorar. Hemos entrado en la zona de despues de.
Detras de las columnas, el ejercicio de pornografia sentimental no duda en mostrar las reproducciones de las demandas de ayuda (una fotografia, una descripcion y un telefono) que repartieron los familiares de las victimas poco despues del suceso. Tambien han seleccionado aquellas narraciones que tienen mayor carga emotiva. Frank es un chico que miente a su madre para que no se preocupe, aunque sabe que esta a punto de morir. Me he dado cuenta ahora que durante toda la visita nos persigue una banda sonora triste. Me siento dentro de una pelicula de Mel Gibson. Al final, la ultima sala esta integrada por los retratos de las victimas y sus nombres. Los visitantes disponen de unos asientos para reseguir esas vidas perdidas. Por supuesto, la organizacion ha dejado unos cartones de Kleenex en cada asiento. No he visto a nadie que los use de momento, pero parecen casi vacios.
Antes de salir, la esperanza. Son las fotografias y los mensajes que llegan de todo el mundo y que muestran la solidaridad internacional. Puedes escribir un mensaje de duelo. Si es seleccionado, podra ser leido por los visitantes futuros. Casi todos dejan su nota. Salgo estupefacto. Mientras intento procesar la informacion, los turistas se fotografian junto a una reproduccion en cobre de las Torres presas de las llamas.
Nada resume mejor la MacDonalizacion de Nueva York que la Zona Cero. Por un lado, la catastrofe es hoy una mercancia. En una sociedad que lo mide todo por su valor en el mercado, hasta la desgracia tiene un precio. Diez dolares. Por otro lado, el Memorial no evita la tendencia al espectaculo de la interpretacion historica americana. The show must go. La narracion del Memorial es lineal. Tiene un solo objetivo, que es conmover. Y lo hace de forma casi infantil, como en una de esas peliculas que estudian las secuencias para crear un momento heroico. Eso reduce la capacidad de interpretacion. Todos deben sentir lo mismo. Y todos deben llorar al final de sala, donde se colocan estrategicamente los kleenex. No esperen encontrar el libro de Chomski en la tienda del Memorial. No hay ni preguntas ni respuestas. Nadie busca aqui algun indicio del porque.
Les dejo. Sinceramente, si este es el modelo liberal, si esta es la foto finish del proceso de transformacion social y economica que proponen los liberales, que paren el mundo que yo me apeo. Como dijo Marx, el Groucho.
Supongo que no es el mejor libro para viajar a los Estados Unidos. Durante el viaje, me he leido La Macdonalizacion de la sociedad, un ensayo de Ritzer sobre los efectos de la aplicacion de la logica de la organizacion de McDonald's al conjunto de la sociedad. Es como si hubiese leido una guia de viajes. Nueva York no es ya la Big Apple (Gran Manzana), sino la Big Mac. La aplicacion de los criterios de racionalidad, eficiencia, superficialidad y anticipacion hacen de la ciudad un gigantesco teatro de rutinas previsibles.
La quinta esencia de las contradicciones de este modelo se dan en la Zona Cero. Unas gruas inmensas, como en una pelicula de Fritz Lang, van restituyendo la enorme cicatriz. Es posible acceder a un mirador (previo pago), desde donde unos supervivientes con el rostro deformado por el fuego nos explican su experiencia. Es dificil explicar la atmosfera que se crea en este punto. El guia ha repetido miles de veces el mismo relato y sabe muy bien que resortes debe tocar para conseguir un efecto morboso. Cuando se desciende de nuevo, es posible ver una capilla siempre rodeada de velas y flores.
Pero mejor sera que me sigan al Memorial, un museo creado justo delante del gran socavon. Previo pago de diez dolares (casi una visita al MoMA o al Metropolitan), accedemos a una sala donde centenares de trabajadores explican que lo mejor que les ha pasado en la vida es trabajar en el World Trade Center. Mas que un lugar de trabajo parece una version moderna de Utopia. Son voces enlatadas, que nos explican el antes de, en una imagen que se refleja morbidamente sobre las dos Torres. Ahora nos paseamos por un estrecho pasillo, en los que se han colocado en vitrinas algunos restos del naufragio. Como los objetos sagrados de un museo, podemos contemplar un trozo de avion, zapatos, carnets o una ironica salida de emergencia. La gente empieza a llorar. Hemos entrado en la zona de despues de.
Detras de las columnas, el ejercicio de pornografia sentimental no duda en mostrar las reproducciones de las demandas de ayuda (una fotografia, una descripcion y un telefono) que repartieron los familiares de las victimas poco despues del suceso. Tambien han seleccionado aquellas narraciones que tienen mayor carga emotiva. Frank es un chico que miente a su madre para que no se preocupe, aunque sabe que esta a punto de morir. Me he dado cuenta ahora que durante toda la visita nos persigue una banda sonora triste. Me siento dentro de una pelicula de Mel Gibson. Al final, la ultima sala esta integrada por los retratos de las victimas y sus nombres. Los visitantes disponen de unos asientos para reseguir esas vidas perdidas. Por supuesto, la organizacion ha dejado unos cartones de Kleenex en cada asiento. No he visto a nadie que los use de momento, pero parecen casi vacios.
Antes de salir, la esperanza. Son las fotografias y los mensajes que llegan de todo el mundo y que muestran la solidaridad internacional. Puedes escribir un mensaje de duelo. Si es seleccionado, podra ser leido por los visitantes futuros. Casi todos dejan su nota. Salgo estupefacto. Mientras intento procesar la informacion, los turistas se fotografian junto a una reproduccion en cobre de las Torres presas de las llamas.
Nada resume mejor la MacDonalizacion de Nueva York que la Zona Cero. Por un lado, la catastrofe es hoy una mercancia. En una sociedad que lo mide todo por su valor en el mercado, hasta la desgracia tiene un precio. Diez dolares. Por otro lado, el Memorial no evita la tendencia al espectaculo de la interpretacion historica americana. The show must go. La narracion del Memorial es lineal. Tiene un solo objetivo, que es conmover. Y lo hace de forma casi infantil, como en una de esas peliculas que estudian las secuencias para crear un momento heroico. Eso reduce la capacidad de interpretacion. Todos deben sentir lo mismo. Y todos deben llorar al final de sala, donde se colocan estrategicamente los kleenex. No esperen encontrar el libro de Chomski en la tienda del Memorial. No hay ni preguntas ni respuestas. Nadie busca aqui algun indicio del porque.
Les dejo. Sinceramente, si este es el modelo liberal, si esta es la foto finish del proceso de transformacion social y economica que proponen los liberales, que paren el mundo que yo me apeo. Como dijo Marx, el Groucho.
Comentaris
El libro de Ritzer fue una de esas cosas que nos hicieron leer nada más llegar a la carrera. Qué recuerdos de aquel primer año de sociología. Fue como tomarse la píldora roja de Matrix. Ya no volvimos a ver el mundo de la misma manera.
Suena un pelín espeluznante. Ese empaquetamiento de la Historia, el sufrimiento personal y tantas otras cosas en McMenús familiares.
Me di cuenta que no disfrutaba de la realidad ni de la magia del directo, por ser esclavo de la necesidad de perpetuar la sensación, cosa que nunca lograba y consecuentemente desperdiciaba parte de la vivencia....
joder!!! ¿¿¿¿Alguien entiende lo que he querido decir????
Saludos Don y pórtate bien... los reyes están al caer....
Ahora le estoy dando a Rifkin. Lo peor es que algunos de los efectos que preve Ritzer se han confirmado. Y nosotros estamos muy cerca de repetir los errores.
Ignasi
Buena terapia. Los Reyes?. Es que yo soy republicano. Pero bueno, por un dia veremos si ae algo.
Anonimo
Le veo muy criptico. Sabe cosas que ni yo mismo se. En fin. Felices fiestas.
per la descripció que fas de la zona 0, em sembla que està molt pitjor que la darrera vegada que hi vaig ser, però em sembla que no podem confondre l'explotació històrico-histèrico-comercial-republicana dels fantasmes patriòtics amb la gent de Nova York, i amb la seva ciutat.
L'autocrítica hi té el seu lloc, i molt més important que a la majoria de l'Europa europea. L'anàlisi política també, i les incitacions a l'acció. L'esquerra hi existeix, en condicions molt difícils, i no s'amaga.
He conegut, en els anys que fa que tinc la sort de tractar gent de Nova York, gent que pensa, organitza, treballa i posa en comú les idees de l'esquerra.
Aquesta és la Nordamèrica que m'interessa, i no és un somni, és real. Cal pensar-hi i tenir-la en compte.
Molt bon any!
Jordi
Yo me senti cómodo en Nueva york, vi el lado bueno (del malo ya hablamos bastante) de la globalizacion sentado en un vagón de metro, la gente me preguntaba por la calle como ir a los sitios y yo intentaba contestar con un inglés horrendo y balbuceante. No es la ciudad ideal, a eso se acerca más cualquier ciudad Europea posiblemente, pero es una ciudad que engancha, que te agarra por la solapa y te hace sentir parte de ella.
Un beso.
És cert que hi ha molts elements de NY i els USA que no he esmentat. Si un llegeix les cartes al director dels diaris gratuïts, pot comprovar que el nivell de crítica és molt elevat.
A més, la majoria dels autors de referència que llegeixo són USA o treballen aquí, de Harvey a Rifkin, de Chomsky a Neil Smith. Ja m'agradaria a mi que Europa tingués una visió planetària, com la que tenen aquí. Vull dir que sí, que només he parlat del costat fosc (el lado oscuro, vaja).
Però em preocupa que alguns dels tics de la McDonalització els estem important sense resistència.
Javi
A diferencia de la costa oeste, una de las cosas que más me ha llamado la atención es la absoluta falta de educación de los Nyers. Y podría relatar algunos episodios absolutamente grotescos.
Por ejemplo. Nos hacemos con un tíquet de metro que permite viajar sin restricciones durante siete días. Es el único metro que conozco con accesos diferentes para trenes con distinto sentido. Una vez dentro, me doy cuenta que debo salir, cruzar la calle y acceder por otra entrada. Sorpresa. No puedo entrar hasta que pasen 15 minutos. Hablo con la interventora y me grita (sí, me grita) que me calle y que me espere o compre otro billete. Es sólo uno de los múltiples incidentes estúpidos de esta ciudad, por otro lado bellísima y majestuosa.
sinmás
No provoque, que luego me lanzo y no tengo freno.