Yo apoyo a Garzón
A estas alturas de la vida, no les voy a descubrir nada nuevo si afirmo que el poder judicial en España es el ámbito social del país con más tics del pasado. Mientras que en otros países, la justicia es la punta de lanza de la democracia, en España es el vagón de cola de la nostalgia. Pocas veces he pisado un juzgado, pero siempre que lo he hecho he visto pasillos en blanco y negro, señores con pantalones de pitillo y el ruido monótono de tampones llenando de tinta toneladas de informes. Pom, pom, pom.
Fíjense en lo del Tribunal Constitucional y el Estatut. Es imposible hacerlo peor. Ni con los ganadores de todas las ediciones de Gran Hermano metidos en una sala se podría haber conseguido un despropósito tan infinito. Quiero decir que entre el Yoyas, la Fresita y don Vicente Conde, ya no sé qué elegir. Casi me quedo con la Fresita, que al menos me hace gracia.
Cuando pensaba que ya no podíamos caer más bajo, se ha iniciado el recurso al juez Garzón. ¿Su delito?. Husmear en la memoria de los olvidados. Entrar de lleno en el diván de nuestro pasado. Procurar, de una vez por todas, que los muertos descansen en paz. Si la justicia parte del sentido común, si la justicia tiene su origen en la decencia, que los residuos (tóxicos) del franquismo hayan conseguido sentar en el banquillo de los acusados a Garzón es como para exiliarse a Portugal. Por eso, yo apoyo a Garzón. Y quiso el azar que publicase este post el 14 de abril, tan tricolor él. No quiero vivir en un país con Alzeimer, un país incapaz de rendir cuentas con su pasado.
Y opinan como yo plumas tan insignes como las de César Calderón, Ruth Carrasco, Jacinto Lajas, Lidia Fernández, Ion Antolín, Antoni Manchado, Reyes Montiel, David Plaza, Javier Barrera, Alberto Ortiz, Fátima Ramírez, Cristina Juesas, Pablo Pando, JAMS, don Royo y, estoy seguro, los inteligentes lectores de esta bitácora.
Fíjense en lo del Tribunal Constitucional y el Estatut. Es imposible hacerlo peor. Ni con los ganadores de todas las ediciones de Gran Hermano metidos en una sala se podría haber conseguido un despropósito tan infinito. Quiero decir que entre el Yoyas, la Fresita y don Vicente Conde, ya no sé qué elegir. Casi me quedo con la Fresita, que al menos me hace gracia.
Cuando pensaba que ya no podíamos caer más bajo, se ha iniciado el recurso al juez Garzón. ¿Su delito?. Husmear en la memoria de los olvidados. Entrar de lleno en el diván de nuestro pasado. Procurar, de una vez por todas, que los muertos descansen en paz. Si la justicia parte del sentido común, si la justicia tiene su origen en la decencia, que los residuos (tóxicos) del franquismo hayan conseguido sentar en el banquillo de los acusados a Garzón es como para exiliarse a Portugal. Por eso, yo apoyo a Garzón. Y quiso el azar que publicase este post el 14 de abril, tan tricolor él. No quiero vivir en un país con Alzeimer, un país incapaz de rendir cuentas con su pasado.
Y opinan como yo plumas tan insignes como las de César Calderón, Ruth Carrasco, Jacinto Lajas, Lidia Fernández, Ion Antolín, Antoni Manchado, Reyes Montiel, David Plaza, Javier Barrera, Alberto Ortiz, Fátima Ramírez, Cristina Juesas, Pablo Pando, JAMS, don Royo y, estoy seguro, los inteligentes lectores de esta bitácora.
Comentaris
El investigar y abrir una instrucción contra los crímenes del franquismo. a sido su fin.