La boda


En la sala de plenos una empleada barre los restos de las palabras de la sesión del jueves. El ujier ultima los preparativos, con la cara huraña y los ojos dormidos. Es sábado y se perderá su partida de petanca. Precisamente hoy quería demostrarle al bocazas de Emilio que lo de la semana pasada sólo fue un golpe de suerte.

Max tiene en la carpeta toda la documentación. Saluda al novio, sudado como si acabase de salir del océano. Está inflado como un dirigible a punto de surcar el cielo de Berlín. La novia no parece una novia. Lleva vaqueros y una camiseta de Marina d'Or, ciudad de vacaciones. Los zapatos rojos de tacón no disimulan las medias un poco roídas. A pesar de todo, Max se siente fascinado por sus inmensos ojos verdes y su piel de porcelana. Con un gesto firme, acomoda a la extraña pareja en las dos sillas dispuestas frente a él.

Nunca ha oficiado una boda. No está nervioso pero sí incómodo. Abre la carpeta con un gesto solemne y lee unas palabras que ha encontrado hace unas horas en el google. Luego intenta dar un aire digno a la lectura de los artículos 66, 67 y 68 del Código Civil. En la biblioteca, encontró unos versos sobre el amor, sobre la sinceridad, sobre la vida en común y sobre el cariño. "Déjame anotar en mi cartera, la gracia de mi rama verdecida, mi corazón espera, también hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera", declama con el mejor de sus tonos. Los novios le observan con la mirada perdida.

Por fin, Max pregunta al novio si desea casarse con la novia. Aunque Max se da cuenta que apenas le ha entendido asiente con la cabeza. Luego éste le habla a la novia con un gesto cariñoso. Max reconoce el idioma: es checo. Lo sabe porque durante tres años trabajó con un encofrador de Praga que solía hablar con su compañero en esa incomprensible lengua. La novia asintió. Max sonrió complacido, abrazó a los novios y les invitó a que firmasen el registro.

Los lunes siempre se celebra la Comisión de Gobierno. El alcalde está explicando su propuesta para el Parque Central y Max se entretiene dibujando espirales en el orden del día. Una secretaria le rescata del aburrimiento y le pide que salga un instante.

- Ayer abrieron un locutorio en la calle del Castillo. No tienen licencia. El inspector se ha dado cuenta y les ha abierto un expediente. Al parecer, el dueño del locutorio estaba muy enfadado. No hablaban en castellano, pero hemos conseguido un intérprete. Este señor afirma que usted le concedió la licencia a él y a su hija, el sábado mismo.

Comentaris

Anònim ha dit…
de veritat, es genial, estic absolutament enganxada. aquest Max es el millor, jo vull un regidor com ell. tot seria diferent.

Entrades populars